Hubo un momento en la historia en el que apareció la mente humana, ese fue el momento en que el ser limitado por sus órganos sensoriales y capacidad cerebral, se percato de si mismo y su entorno. En términos de nuestro conocimiento humano dictado o adquirido por las leyes que hemos razonado acerca del comportamiento físico y mental de nuestro ser, nosotros somos un ser que tiene el libre albedrío de hacer lo que le plazca dentro de sus limitaciones; como seres vivientes hemos sido dotados con la capacidad de tomar nuestras propias decisiones y con fines existenciales podemos decidir entre vivir o morir, cual sea nuestra historia esta siempre será escrita por las decisiones que tomemos junto con las circunstancias naturales de los fenómenos físicos del sistema en el que vivimos.
Uno de los primordiales objetivos de todo ser humano parece ser la vida eterna, asegurar su existencia disfrutando de ejercer su libre albedrío, por su limitado razonamiento lógico este se da cuenta que es físicamente imposible y su cuerpo tiene un tiempo de vida limitado; esto no se puede quedar así, por lo cual, quiere asegurar que sus fines no hayan sido simples hechos sin importancia de la casualidad en la historia de vida de su ser, de sus contemporáneos, de su sociedad, de su especie, de todo ser viviente y si pudiera del complejo universal de la existencia.
El darse cuenta que hay un complejo de orden superior que funciona con leyes que comprendemos solo en una infinitesimal expresión, que hay fuerzas, fenómenos que tienen un comportamiento superior que son las que nos dan la vida y que pueden terminar con nuestra existencia en una forma que no depende de nuestras decisiones, nos agobia y sucumbe nuestra mente dándonos inseguridad al tomar las decisiones correctas para seguir existiendo.
Nuestra ignorancia existencial nos lleva a conclusiones erróneas de lo que podría ser el objetivo de nuestra vida y lo que podemos o debemos hacer con ella; disfrutar y mantener el ambiente que nos rodea como una atmósfera de armonía con nuestra vida para hacerla mas placentera tanto para nosotros como para lo seres que nos rodean, que son también participes en nuestra armonía existencial.
Físicamente somos un ser evolucionado pero incompetente en muchos aspectos; lo que nos hace tan adaptables es nuestro poder mental, dependemos casi totalmente de lo que nos indica este tan incomprendido órgano al cual nuestro cuerpo le confía su existencia.
Ahora, nuestra capacidad mental aunque limitada alcanza a comprender la grandeza de lo incomprensible; dentro de lo comprendido se sabe que hay leyes que rigen la armonía de nuestra existencia, leyes que se tienen que cumplir para asegurar nuestros objetivos primordiales, leyes que sabemos que están ahí pero no las comprendemos o aplicamos como deben de ser, por ello tenemos la vida que tenemos; podemos decidir entre ser esclavos del estudio y aplicación correcta de estas leyes para asegurar nuestra armonía existencial o ser libre de responsabilidades y entregarnos a la inseguridad existencial, eso depende de nuestro libre albedrío, ser libre en decisión, ser libre en expresión, ser participe del mejoramiento existencial y rendirnos con humildad ante la grandeza del ser universal en el que estamos albergados obedeciendo sus leyes, o sumergirnos en una existencia egoísta en la que somos capaces de hacer todo por alimentar nuestras debilidades, libres de responsabilidad y oportunidades de equivocarnos destruyendo así la armonía del ser.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario