Hay momentos en los que el mundo entero te niega la verdad que tu tienes dentro.
Hay momentos en los que se tiene que ser un león o un venado o un águila o un árbol; pero en este momento se tiene que ser como una roca.
No se debe de flaquear de ninguna manera, ni siquiera dando a conocer la existencia de las ondas devastadoras que vienen jalándote hacia la destrucción, conspirando para convertirte en polvo y devolverte a la incertidumbre volando junto con la masa de arena que cubre las dunas del desierto.
Debes de ser la dura e inmóvil roca que yace en la esencia tu espíritu, la voz que viene desde más allá de esta realidad efímera, mas allá del tiempo y el espacio nos dice, "Ellos no son nada. Ahí no hay nada mas que EL."
Comienza contigo. Y luego le sucede a tu mundo: La capa superior de la fachada se comienza a romper, la esencia de la realidad se revela, la tormenta se disipa como si nunca hubiera estado ahí, y todas las cosas comienzan a decir, "No soy una cosa. En verdad, ahí no hay nada mas que EL."
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